Estudiando mi personalidad he descubierto que soy
macho cabrío, pero para nada dócil cordero unido
al rebaño. Es muy duro saber, sobre todo
para una persona egoísta como yo, que el Buen Pastor va en pos de la oveja
perdida, pero en ningún lado se habla de que vaya en pos del macho cabrío. Cierto es que un buen pastor da la vida por
sus ovejas, él las llama y ellas responden, las lleva a pastar y las defiende
de las fieras con su vida. Las ovejas
son capaces de escuchar la voz del pastor y obedecer sus mandatos que las
conducen a pastos seguros. Entonces, si
alguna se pierde él abandona las otras y va en pos de la perdida y la busca
hasta dar con ella, pero no así en el caso de los machos cabríos, no así. En estos casos es distinto, Dios actúa como
el padre del hijo prodigo, éste lo deja marchar a sabiendas de que le irá muy
mal, pero no lo detiene pues no tendría caso.
La terquedad, la obstinación, la
negación y el egoísmo del hijo no le permiten escuchar, ni ver. Lo que quiere es vivir según su parecer, a su
antojo y manera, porque él sí sabe cómo, él sí tiene la razón. Se encuentra enajenado
de la ventura que es vivir junto a su padre.
Con todos los beneficios de un hijo amado: comida, vestido, hermanos,
madre y padre. ¿Por qué le resultó tan difícil darse cuenta de esto antes
de pasar por todas las calamidades a las que se enfrentó? Debió verse sin nada, sin dinero, sin vestido, sin comida; y sobre todo, sin su
familia, sin el amor de su padre bueno, para que de esta manera pudiera
reaccionar.
Cuanta sordera,
cuanta ceguera, es que no hay solución.
El hijo prodigo encontró una: el regresó al lado de su padre sabiendo
que había perdido todos los privilegios que tuvo alguna vez, pero pensó que a
su lado al menos tendría comida como cualquier obrero. Qué maravilla leer aquel pasaje, pues al
verlo acercarse, su padre corrió a recibirlo y lo abrazo fuertemente muy
contento porque había regresado su hijo amado. No pudo contener tanta alegría y
armó una gran fiesta en su honor para festejar su regreso a casa.
¿Qué habría pasado si el hijo no se arrepiente de su
mala vida y regresa a su casa arrepentido?
Otra sería la historia, muy posiblemente, él habría muerto de hambre por
su terquedad. Su obstinación habría sido
su tumba, la negación le habría servido de mortaja y la soberbia de
lápida. Esta es la triste realidad del
macho cabrío, que aun estando en grave peligro, si ve a alguien acercarse (con
la intención de salvarlo) subirá cada
vez más por el acantilado hasta despeñarse. Él no
es capaz de rendirse, no puede, mejor prefiere dejarse caer al abismo antes que
recibir ayuda, pero Dios sabe esto y hace lo que tiene que ser hecho por el
bien de todos sus hijos. Él nos tiene
paciencia y nos espera serenamente para devolvernos el título de hijos cuando
decidamos regresar.
Es un mensaje de esperanza para aquellos más rebeldes, los que parece
que están totalmente perdidos y no hay nada que se pueda hacer por ellos. Todos podemos convertir nuestras vidas en
útiles y felices llenas del amor de Dios, bastaría una sola y sencilla decisión:
regresar, aceptar su amor incondicional. Dios sabe que esto sólo pasará el día en que toquemos fondo.
En mi caso, solo
necesito despertar, darme cuenta de que estoy viviendo separada de Dios y
decidir volver a la casa de mi Padre.
Seguramente, él me estará esperando, y al acercarme correrá hacía mí,
con los brazos abiertos, para darme un
abrazo de bienvenida. El no irá por mí antes,
aun deseándolo muchísimo, pues sabe que
necesito reaccionar por mí misma. El me
hizo libre y libremente quiere que decida regresar para amarle y servirle.
Reconozco, Señor, que si me falta tu gracia jamás podré regresar, pero también sé que siempre contaré con tu apoyo incondicional porque tú eres fiel. Si de algo estoy segura es de que tú quieres lo mejor para mí. Hágase.

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