Las parábolas fueron utilizadas por Jesús para
hablarle a un pueblo que por más que escuchara no alcanzaba a oír, y por más
que mirara, no alcanzaba a ver. Las
mismas están hechas tomando en cuenta el ambiente y las costumbres del lugar donde se quiere
llevar el mensaje. Jesús conoce bien mi
amor por las flores y la primera parábola que llego como regalo fue la de las
rosas. La vida es como una rosa,
hermosa, muy hermosa a tal punto que nadie la puede negar; pero tiene espinas y
quién no ha sido lastimado por una de ellas.
Otra parábola que también fue muy instructiva fue la de la mano. Ésta está compuesta por 5 dedos todos
diferentes entre sí e importantes para
la función que les fue dada. Ninguno
tiene nada que envidiar al otro, pues
todos hacen falta para que la mano este completa y sea lo más útil posible. Así
es cada ser humano en este mundo diferente y a la vez importante en la medida
en que se ocupe en hacer aquello para lo que mejor está capacitado.
Separar la paja
del trigo, la hierba mala del resto de la siembra no es tarea fácil. En algún lugar se recomienda dejar que
crezcan juntos hasta la ciega, pero cuando lo malo enferma el resto es preciso hacer algo. Mis emociones enfermas no solo son responsables
de mi actual estado de depresión, ansiedad, ira y miedo; sino que también
afectan a las personas que están en mi entorno y por eso es necesario actual
para eliminarlas. El único que puede
eliminar los defectos de carácter de mi vida es Dios y con firme intención
pongo mi vida a su cuidado y protección con fe y esperanza. Definitivamente hay que echar a fuera a las
cucarachas, no es posible convivir con ellas y ser feliz.
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