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domingo, 2 de septiembre de 2012

CONVERSIÓN


La  historia de mi vida no es para nada distinta de las realidades de todo ser humano.  Soy una entre todos, eso es evidente.  Sin embargo, cada uno tiene una manera distinta de ver, sentir y vivir la vida. Con mis 43 años puedo concluir que viví una vida equivocada.  Yo no podía darme cuenta de donde estaba el error pero si sabía que algo andaba mal por los síntomas que presentaba.  Era una mujer deprimida, ansiosa, angustiosa, miedosa, obsesiva e incluso iracunda.  Era creyente sí, decir lo contrario sería una mentira.  Practicaba todo lo que usualmente se recomienda en la Iglesia.  Iba a la Misa, rezaba el rosario, hacia novenas, leía la Biblia, confesaba y comulgaba con frecuencia y tantas otras cosas pero mi corazón seguía vacio. ¿Cómo esto es posible si pertenezco a la religión de la Verdad?  Yo no dudaba eso, entonces, ¿qué estaba haciendo mal?

Es evidente que estaba viviendo la fe de manera equivocada.  El dolor llegó a un grado que me obligó a buscar el por qué de toda aquella  vida disparatada y fracasada.  Descubrí, por la gracia de Dios, que la primera fuente de mis angustias era que yo no podía dejarme amar de Dios.  Entonces me embarqué en la aventura de descubrir él por qué de aquella triste realidad: No podía dejarme amar de Dios. El que busca encuentra, dicen por ahí, y así parece ser pues de inmediato me di cuenta de que vivía en guerra constante con mi Padre Dios.  Yo no era capaz de aceptar su voluntad para conmigo ni con mi familia, incluso, con el mundo entero.  Si Él siendo Todopoderoso permite que mis seres queridos enfermen entonces no es para nada un Dios bueno, esa era mi manera de pensar pero la  ocultaba en lo más profundo de mi ser ya que pensarlo siquiera era un pecado.  Ahí estaba el problema, vivía enojada con Dios porque yo no era capaz de aceptar su voluntad. ¿Cómo entonces me dejaría amar de alguien a quien le culpo por el mal que arropa al mundo?  Era imposible y por eso era que le creía pero no le amaba.

Así pues el próximo paso fue reconciliarme con Dios.  Tarea fácil no fue pero comencé a estar más con Dios, a orar aun sin querer, a estarme más con Él en pequeños espacios de soledad y silencio, y poco a poco me fue mostrando verdades evidentes pero que  para mi estaban  ocultas por mi soberbia.  Lentamente junto a Jesús fui sacando y sanando todo rencor que se acumuló por tantos años en contra de Dios  y el último, y más difícil de todos, la aceptación del dolor, la enfermedad y la muerte. Allí estaba Él haciéndome saber que Él permitía todo aquello por amor al hombre, por amor a mí.  Mi enfermedad era el último y único remedio que existía para que pudiera ganarle la batalla a mi soberbia.  No había de otra, era tan terca, tan obstinada que sólo dándome contra la piedra aprendería. Así somos y Él muy bien que lo sabe. Por eso Jesús nos narró la Parábola del Hijo Prodigo para que entendiéramos el por qué el Padre permite que su hijo se valla de su lado aun sabiendo que  sufriría amargamente. El nos quiere libres y nos hizo libres pero es esa misma libertad la que nos hunde en los más oscuros precipicios por necios y tercos.  Estando en el fondo es cuando nos damos cuenta de que es tiempo de regresar, pues bien que sabíamos que no hay lugar más seguro y bueno que en los brazos de un Padre amoroso.

Por pura gracia Dios me concedió la capacidad de dejarme amar y de poderle  amar a Él.  Por hoy puedo gritarle al mundo que Dios Padre me ama y que yo le amo sobre todas las cosas y que buscó la compañía de su Hijo Jesús como alimento para el duro camino de la vida y que me afano en pedirle al Espíritu Santo que venga para  que me guía a la verdad cada día de mi vida. Esto es una nueva vida.  Con Dios, con la certeza de su amor y compañía incondicional todo se ve de otro color, como si me hubiesen arrancado mis ojos y puesto otros.  Lo mismo pasó con mis oídos pues al reducirse la soberbia (mi ego enorme), y aparecer la humildad, de repente puedo oír.  Todo es nuevo ahora, la Misa es nueva, la lectura de La Biblia es algo nuevo, las personas son diferentes ya no son fuente de miedo sino de ocupación.  Las personas se convierten en el propósito de vivir ya no son el enemigo a vencer.  Todo cambia y todo es nuevo cuando es posible amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma.  Sintiéndose y sabiéndose amado se puede amar y eso pasó en mi vida por la gracia de Dios.  Por hoy, sólo le pido a Dios esta misma gracia para mis hermanos.

viernes, 24 de agosto de 2012

INTEGRACIÓN, UNIDAD ES IGUAL A VIDA EN FRATERNIDAD


Dios me conduce hacía un mundo desconocido para mí.  Voy dirigiendo mis pasos hacia la integración.  Toda mi vida viví huyendo de los demás seres humanos.  Escapaba de su presencia porque para un egoísta como yo las personas solo están para satisfacer necesidades de afecto o económicas y casi nadie está dispuesto a dar sino a recibir. Como no sabía ni podía amar no encajaba entre las personas.  De dónde surgió esa idea, no lo sé, pero por hoy entiendo que es falsa.  Una de las realidades de los seres humanos es que fuimos creados para vivir en comunidad.  Pero nos cuesta a mares porque somos igual a niños pequeños.  Bajo esta mentalidad sólo lo mío importa y el resto allá cada cual.  Triste principio de las sociedades modernas vivimos cada vez más juntos y  estamos cada vez más lejos.  Ayer mataron al vecino y yo no vi ni escuché, es más para nada me importó y que nadie se atreva a preguntarme.   Hoy mataron a mi hijo y nadie vio ni escuchó y me digo que mal vivimos.  Juntos pero no revueltos parece ser la manera que hemos elegido vivir. Pero basta ya, conmigo ese principio egoísta ya no más, con la ayuda de Dios.

Cuando se descubre al amor de los amores, al verdadero y único amor, Dios Padre, esa realidad de aislamiento comienza a desaparecer lentamente.  Surge en ti, cada vez más, un auténtico deseo de estar entre la gente, de formar parte de ellos, de integrarte y de participar en su desarrollo.  Es, ¿cómo llamarle?, una imperiosa necesidad de darse, de servir porque el amor que va creciendo dentro  no cabe y  se desborda hasta inundar el mundo.   De inmediato buscas una manera de aliviar el dolor ajeno aun cuando sólo sea lavando sus pies.  Lo que sea no importa qué pues al fin y al cabo sólo estoy empezando a vivir de nuevo.  Solo estoy dando mis primeros pasos que como un niño pequeño no son los más seguros pero sí muy alegres y expectantes.  ¿Para qué Dios me puso en este lugar en particular?  ¿Qué carismas me dio para el servicio al hermano?  Son las preguntas que se comienzan a asomarse en el horizonte ya más positivo y alentador de esta enferma de soberbia en recuperación por la gracia de Dios.

Cada día es una  sorpresa para mí.  ¿Cómo es que hoy busco a dónde integrarme si hace unos pocos meses no pensaba para nada en  las personas, es más me aterraban?  Del miedo al servicio hay un solo paso, descubrir el amor infinito y gratuito  de Dios.  Dejarme amar de Dios fue la llama que encendió el resto de aventuras como el poder amarle a Él y ahora poder acercarme al hermano para amarle incluso  también a ellos.  ¿Quién puede imaginar una cosa así?  Yo no, todo esto me sorprende y me maravilla a casa instante.  Pero así es Dios Padre, todo gracia.

sábado, 18 de agosto de 2012

VACIÁNDOME DE MÍ ME LLENO DE DIOS


Preguntándome por qué le cuesta a Dios estarse conmigo,  pues llega y se marcha; y sacando conclusiones, es porque no hay lugar en mí para Él todavía.  Mi interior está lleno de lo que yo quiero.  Aun hago las cosas como las quiero sin preguntarle a Él si están de acuerdo a su voluntad.  No sé aun ser y hacer lo que otro quiere aun cuando ya descubrí, a puro dolor, que mi manera de hacer las cosas culminó en un total y entero fracaso.  Debo aprender a apartarme y preguntar: ¿Señor y ahora qué? Esto es algo que me tomará algún tiempo. Pero ser consciente de ello ya es un avance.

Vaciándome  de todos mis sueños fantásticos de pompa y poderío es como puede entrar en mi vida la gracia de Dios.  Sigo llena de mis cosas aunque ahora no quiero que todo se haga a mi manera y voluntad sigo en los mismos comportamientos y deseos egoistas.  Fueron muchos años de voluntariedad y ahora vivir de lo que quiere Dios es complicado.  Es algo realmente nuevo.  Paso a paso me voy dando cuenta de que debo entregarle a Dios todos mis sueños vanos que nada hacen ya dentro de mí más que ocupar espacio que le corresponde a Él.  Aquellos anhelos de tener una casa muy grande rodeada de rosas y encerrada con enormes verjas, un carro de color amarillo, un trabajo prestigioso donde se me estimara y se me quisiera por lo bien que trabajaba, un hombre rico que me amará a mí tal cual y que tampoco faltara  Dios  por si acoso lo necesitaba para concederme salud y suerte.  Pobrecita de mí que equivocada estaba.  Todo lo que yo quiero o quería no se iguala en nada a lo que Dios tiene reservado para los que ama y le aman.

Es una aventura de día a día la nueva vida con Cristo con Él y en Él.  Es algo nuevo y no hay muchos caminos ya trazados para saber por dónde andar.  Sólo me debo fijar en los pasos de Jesús.  ¿Qué hacía Jesús?  El dice que nada hacía sin antes consultar con su Padre Dios.  Era su costumbre apartarse a orar y cuando regresaba llegaba cargado de fuerzas para hacer milagros en bien de los que llamaba sus  hermanos y cargado con más palabras de consuelo que comunicarles.  Benditos los que lloran porque alcanzarán consuelo…  Jesús siempre está al pendiente de las necesidades de los demás para aliviarlas como el caso de la suegra de Pedro que estando enferma la levanta para que haga lo que ella más quería hacer que era servirles.  Esa manera de hacer las cosas es increíblemente novedosa y muy difícil de hacerla manera de vida.  Para una persona pecadora y enferma emocional como yo lo único que me ocupaba era mi dolor, lo que yo quería y no tenía porque Dios era tacaño.  No había consuelo pues todo el tiempo lo dedicaba a mis tristezas y carencias, a mis anhelos no cumplidos y a lo que  Dios no me daba. ¡Qué malo Dios! No es que fueran cosas malas lo que pedía  sino era la manera equivocada en como las pedía.  Siempre di instrucciones a Dios de cómo debía curar a mis familiares enfermos y cuando.  Me creía su mandamás, su mayordomo y hasta su Dios en todo caso.  Mi soberbia sobrepasaba todo límite y yo que me creía humilde.  Pobrecita de mí que equivocada estaba.

Busco ahora la voluntad de Dios que no es tan difícil pues solo nos recomendó ámense unos a otros como yo los he amado.  Es un despertar a las necesidades del hermano más que a las mías e intentar ayudar con todas las  fuerzas que soy capaz dejándole a Dios el resto y  los resultados.  Es un estar con Dios y con Él vivir haciendo lo mucho o poquito que pueda, pues con Dios todo y sin Dios nada.  Es un fregar los platos más que rescatar al mundo de su indiferencia y su confusión.  Es atender a un niño para que su madre visite la Iglesia. Es un estar al pendiente de lavar los pies del que no se puede agachar.  Son esas cosas que no involucran mucha gloría ni prestigio pero que hacen felices a lo demás, pero sobre todo a mi Padre Dios y a mí.  Ven Espíritu divino.

jueves, 16 de agosto de 2012

MANIFESTACIONES DIVINAS


 Quiero compartirles mis últimas aventuras.  Cuando entré a los grupos de autoayuda en línea, como por ejemplo Neuróticos Anónimos; también comencé a repasar los Talleres de Oración y Vida del P. Ignacio Larrañaga, que tomé alguna vez, y lo hice porque en el fondo sabía que mi problema de neurosis era por mi relación enfermisa con Dios.  En todo caso, lo que quiero contarles es que, tanto por un lado como por el otro, me fueron llevando al mismo lugar: un encuentro personal conmigo misma y con Dios.  Definitivamente viví los caminos de la fe sin fe.  Creía en Dios mas nunca me fié de Él.  Me mantuve viva, todos estos años, porque a pesar de mí,  Jesús me cuidó y  se me dio como alimento de vida sin merecerlo. A pesar de que yo me sentía totalmente sola Él siempre estuvo cerca.

Jamás supe el significado de la palabra paz y por fin la he experimentado, por momentos claro está, al igual que los términos amor, alegría, compañía, integración y, la más difícil, aceptación. No es que ahora sea la más amorosa, pacífica, feliz o integrada de las personas, no, pero  ahora estas palabras comienzan a tener significado.  Ya no están bloqueadas, ya las puedo ver.  Cuando oía hablar de ellas me decía pero de qué están hablando.  No sabía no era capaz de entenderlas.  Mis emociones no me permitían experimentarlas, mi ego y mi orgullo no me dejaban.

A invitación del mismo Dios  participé en la llamada Misa de Sanación y fue ¿cómo llamarlo?, desconcertante. La lucha entre la razón y el espíritu fue brutal.  Cierto es que fui con toda la buena voluntad de que fui capaz, siguiendo todos los pasos que  me iba indicando mi Padre Dios e incluso fui porque entendí que era lo que Él me pedía.  Me fue guiando durante muchas semanas hasta lograr lo que llamaré sanación y limpieza interior.  El me invitaba a rebuscar en el pasado lo que dolía, cada pecado y acción malintencionada, cada trauma, dolor, rabia y fracaso. Y lo hice. Fuimos juntos a cada momento y buscamos sanar aquello desde el mismo lugar de origen; sabiendo ya, que Dios no está para condenar sino para salvar. Lo último que me regaló fue la aceptación del dolor, el sufrimiento y la agonía.   Con este último regalo se aplacaron las guerras y llegó una paz que culminó en puro amor.  Por fin la frase “te amo Dios” salió de mi boca y  de mi corazón con total sinceridad junto a la alabanza que también surgió de la nada. Inexplicable, maravilloso, un verdadero milagro en todo caso. Por esta razón llegué a la misa esperando cosas aun mayores pero nada o todo pasó.  Les digo es desconcertante.

Una vez allí, en la Misa, lo único que hice fue llorar durante 2 horas y media.  No podía parar. (Algunos dicen que eso es indicativo de presencia de Dios, no lo sé.)  Pero nada confirmaba su presencia, pensaba.  Cuando le dije al Espíritu Santo, e incluso le reclamé, que por qué no venía si yo había hecho todo lo que me había pedido, entonces comenzó el coro a cantar … yo quiero, pero nada pasaba, me seguía diciendo.  Al momento de la comunión, mientras agradecía la maravillosa revelación de que Jesús me había alimentado y amado por años sin ni siquiera haberle amado una pizca; pasaron dos cosas: un extraño juego de luces en mi interior y la vigorosa impresión de  alas de ángeles en pleno vuelo  tras de mí, pero la razón me decía que eran las luces del lugar y el abanico que tenía la persona de al lado.  Nada pasó entonces y regresé a casa un tanto decepcionada, la verdad. Pero, para terminar, cuando iba de camino a la casa no iba una sombra sino dos.  Eso me hizo sonreír, la verdad, pero para colmo también le busqué explicación.  ¡Qué impresionante terquedad!

Cuando murió mi tío comencé a percibir cosas raras.  Su muerte se me anunció por medio de una mariposa que se nos apareció un día antes.   Al verla sentí que ella se parecía a él y, aun cuando nunca estuvo en cama, al otro día murió. En el momento de su muerte los gallos comenzaron a cantar y lo siguieron haciendo  cada hora y fue de manera impresionante hasta el amanecer. Parecía que agradecían su servicio.  La naturaleza parecía estar conectada con él. En su funeral, en una llovizna pequeña inundada de sol tenue, se despidió y no solo de mí sino de otras de mis hermanas.  Así fue y jamás lo dude.  Al otro día, una bandada de palomas inundo el cielo como nunca antes había pasado.  El Cielo estaba alegre y yo lo creí.  Y tantas otras cosas que podría contar, entonces ¿por qué no le creo a Dios cuando se manifiesta?   ¿Por qué dudo cuando se trata del Amado? Desconcertante.

De cuantos y cuantos bienes me ha colmado el Señor en este último año, por no decir, en toda una vida.  Me reconozco malagradecida pues Dios siempre ha estado conmigo siendo mi guía, protector, mi Padre bueno y paciente que espera a que su hija regrese en busca de su amor incondicional.  No fue a buscarme  pues sabía que no le escucharía pero esperaba ansioso el día en  que tocara a su puerta.  El quería prestarme toda su atención  y  hablarme y compartirme  todas sus cosas.  Así es conmigo ahora.  Por su gracia  Él habla y yo procuro escuchar, Él muestra y yo intento ver.  Ya resulta agradable escucharle y puedo decir que por fin puedo decirle que le amo desde lo más profundo del corazón sin que esas palabras me suenen hipócritas.  Por fin puedo entender por qué el Padre permite el dolor, sufrimiento y agonía de sus hijos.  Por hoy entiendo que Él siempre supo, y con dolor por cierto, que las desgracias son el último remedio para que los más obstinados, rebeldes y duros de corazón, regresen a su amor.  Qué gran misterio.

jueves, 9 de agosto de 2012

JESÚS SIEMPRE ESTUVO CONMIGO


Desde el hoy, lleno de maneras nuevas de ver las cosas, visualizo la importancia que ha tenido la Eucaristía en mi vida.  Entonces, me pregunto ¿aquellas comuniones que recibí, aun siendo pecadora, terca y obstinada, fueron para mi condenación? Ahora puedo afirmar, sin que me queda duda, que no, claro que no.  Todos los encuentros con el Señor en la eucaristía, y todas aquellas horas interminables frente a su presencia en el Santísimo, sirvieron para que me mantuviera con vida.  Por mi parte, la vida ya había terminado, la había entregado a  la fatalidad, me había rendido.  Ya no quería vivir, la vida me parecía una carga pesada, que no quería, pero que tampoco podía deshacerme de ella. El suicidio está prohibido ante las leyes de Dios y yo, aun cuando fuera  por miedo, intentaba cumplirla al pie de la letra.  Como  procuré no apártame de los Sacramentos  Jesús me alimentó durante todos estos años  de muerte en vida.

Jesús es el alimento que da vida, eso es innegable.  Venía, se me entregaba, se me daba sólo para conservar mi vida.  Su acción fue la del alimento real: darme fuerzas para seguir adelante.  Hoy entiendo, por su gracia, que también en este punto le debo la vida.  Primero la vida natural, luego está y más tarde vendrán las demás. Qué grande es mi Dios en el que puse mi confianza.  En la oscuridad es imposible ver pero una vez se comienzan a caer las escamas de los ojos todo es como en el día.  Nada queda oculto. Qué manera tan impresionante tiene Dios para amar y demostrarnos su gigante y eterno amor.  Él se nos da a todos sin medida y no solo en la prosperidad sino en la miseria.  Si alimentará sólo a los sanos y fuertes qué mérito tendría.  Jesús se da a los enfermos, flacos y débiles de espíritu para darles vida.  Él es así.

Pero para qué conservar mi vida. Hoy espero algo más.  Escarbando,  sacando toda yerba mala de mi pasado  como de mi presente, me preparo así para la venida de Dios a mi vida como Rey y Señor definitivo.  La gracia de Dios no hace morada en lugares sucios y oscuros.  Primero debe ocurrir un bautismo.  Un limpiarse de todo lo malo.  Busco y espero la plenitud del Espíritu por la gracia de Dios. Cuanto amor, cuanta bendición, cuanta revelación estaba a mi vista y por mi ceguera espiritual no los podía ver. Por hoy, espero con fe la llegada del  Espíritu Santo a mi vida como en tiempo de los apóstoles.  Esta efusión viene acompañada de dones y carismas para el bien de los hermanos sabiendo que la opción de los hijos de Dios siempre debe ser por los más pobres  de entre los pobres.  También, y no menos real e importante, vendrán las persecuciones y el odio que rodean al  mensaje de salvación. El enemigo sabe que muchas almas se salvan una vez descubren el amor infinito e incondicional de Dios Trino. Por eso, momentos difíciles no faltarán y tentaciones habrá a granel; pero con la ayuda de Dios saldremos victoriosos. 

Esta nueva aventura  a la que me llama el Señor es muy dura pero con Él y en Él todo es posible.  Yo con mis solas fuerzas ya me voy olvidando, ya esa parte la aprendí duramente.  Sin Él no puedo hacer nada y nada es NADA. Terminaré con esta exclamación: “Ven, Espíritu Santo.”

viernes, 27 de julio de 2012

¿Qué es un neurótico?


Ser neurótico, para mí, es habitar en tierras infernales  buscando las celestiales. Otros definen la neurosis como una devastadora debilidad producida por las emociones mal encausadas.  Para saber lo que siente un neurótico definitivamente debes ser uno.  Es igual que para saber lo que siente un homosexual tendrías que serlo.  Para experimentar la lucha interna que se hace para discernir quién se es y por qué se siente así es necesario estar en los pantalones del ser humano que sufre.  Sólo quien ha sentido el dolor de la neurosis sabe lo que es ser neurótico.  Desde este punto de vista, puedo describir perfectamente los dolores agónicos que siente un enfermo emocional y mental.

El neurótico quiere: quiere amar, quiere que le amen, quiere ser feliz, quiere ser normal, quiere ser bueno, quiere ser útil, quiere ser como los demás pero, para su enorme pesar y perdición, no puede.  Es éste el peor horror del neurótico su total incapacidad para hacer las cosas más sencillas de la vida como lo sería darse un baño o levantarse a trabajar.  El solo hecho de intentar conducir un auto es algo que supera sus fuerzas, no es capaz.  Querer cuidar de un enfermo es un suplicio que lo tortura hasta la agonía, pues quiere ayudar a sus familiares, que supuestamente ama entrañablemente, pero no puede, el miedo lo domina. Velar y cuidar de los niños es una faena que usualmente no desemboca en nada bueno pues el neurótico quiere que sean buenos a toda costa sin dejarlos ser simplemente niños. El es dominante con los más débiles porque se siente inferior a los demás.  Y ni qué hablar de salir a la calle. Qué cosa más sencilla verdad, pero para un enfermo emocional existe una pared de frente que no lo deja salir de su entorno seguro.  Por lo tanto se va aislando y se convierte en un ser solitario.  No hay un ser más solo que un neurótico.

 La enfermedad lo tortura, la propia y la ajena.  No es capaz de entender por qué Dios la permite y la ve como un castigo divino. La idea de la muerte lo domina y siempre está enfermo de algo nuevo y mortal. El neurótico culpa a Dios de todo lo malo que le pasa sin darse cuenta de que Él es todo bien.  El enfermo emocional no tiene la capacidad de amar porque es radicalmente egoísta pero no lo sabe y esta misma incapacidad  lo hace enfermar más y más hasta el infinito.  Busca medicina en las drogas y el alcohol lo que culmina en la adicción y total destrucción de su entorno tanto familiar como laboral y social.  Poco a poco se van convirtiendo en un despojo de la sociedad.  Nadie los quiere cerca y  hasta los más iluminados les temen.  La mayoría termina en las calles y el  manicomio, otros con mayor suerte, son acogidos por sus familias como si fueran niños pequeños dependientes y molestos.

La realidad de un neurótico religioso es aun más desconcertante.  Cree pero su fe no lo libra de su dolor.  Conoce a Dios, es más, puede haber nacido  en la Iglesia y haber vivido en ella prácticamente, pero no puede amar ni sentir al dios que venera.  Siente que Dios le vigila pero para castigarle si se equivoca y si peca.  No sabe lo que es amor, por lo tanto le da a Dios un puesto de inquisidor y no de un Padre benevolente, rico en amor y misericordia.  Dios mismo, él cual es el único salvador, lo condenó  al infierno de la neurosis y  ahora se encuentra perdido sin saber a dónde escapar,  mirar o esconderse. Vive en su infierno y su única compañía son el miedo, la ira, la depresión, la envidia, la pereza, la ansiedad y todos los demás desórdenes emocionales.  La fatalidad es lo único que ve en el horizonte. La muerte la  desea con anhelo pero no se puede tener, porque significaría eterna agonía y ya no sólo agonía.  Morir significa descanso para los no creyentes pero quitarse la vida para un creyente es el peor de los pecados  y por lo tanto, para un neurótico religioso, no es opción siquiera pensar en el suicidio.

¿El fin de un enfermo emocional es en definitiva la muerte en vida? Eso tristemente pensaba y viví hasta hace poco pero no es así.  Existe un arcoíris luego de la gran tempestad. Por hoy, solo por hoy, poco a poco y paso a paso, mi ahora amoroso y misericordioso Padre Dios, me va mostrando destellos que me llevan a pensar que hay luz al final del túnel.   Ahora, por la gracia de Dios,  habito en un lugar o estado anímico donde es posible respirar y mirar al futuro con confianza y esperanza.  Pero ¿qué pasó para que este día llegara?  Toqué fondo, la esquizofrenia se asomó en mi vida con todos sus absurdos.  Cuando llegas al fondo y no encuentras nada más que hacer, para liberarte de tu dolor indescriptible, sólo te queda mirar al Cielo.  Y eso hice, derrotarme y por primera vez  acepté el amor de Dios, ese que siempre estuvo a mi disposición; y que no aceptaba por creerme la más pecadora de todas las personas. Lo que siguió a la aceptación del amor de Dios fue que comencé a buscar medios para conocerle más y verdaderamente pues tenía un concepto de Él muy distorsionado y equivocado para mi desgracia.  Dios es todo amor y aun no lo conocía como Él se lo merecía. Cuando Dios comienza a manifestarse como Padre amoroso empieza un proceso de entrega.   Ahora mi vida le pertenece a él, la puse en sus manos para que  paso a paso la transforme.  Saberme amada por Dios, sentirme amada y rodeada de Él ha sido lo que siempre quise pero que jamás pensé tener.  Eso es salir del infierno, pues sólo los amados pueden amar.

Mi sanación interior y mi conversión están muy lejos de ser totales pues Dios me sacó del infierno pero no me lanzó al Cielo.  Él rompe las cadenas que nos atan y nos da la libertad y las herramientas necesarias para dedicarnos, por fin, al amor caritativo que es  la principal vocación de todo hijo de Dios y la única cura a la neurosis que conozco.

Terminaré con esta frase: “Ahora sé que Dios sabe que no lo puedo amar y aun así me ama y me espera.  Sólo me pide que lo intente que con eso le basta para empezar.  El sí me conocía y me está presentando ante mí misma.  Cara a cara ante mis miedos, mis traumas y mis pecados y junto a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo la vida toma otro rumbo.  Ya no estoy sola y vivir en comunidad con Dios y con los hermanos comienza a hacerme útil y feliz.”

martes, 24 de julio de 2012

VIDA EN EL ESPÍRITU


Mi vida está tomando un curso inesperado. Hay una monja, cuyo nombre no recuerdo, que hace hermosísimas obras de arte con puros puntos.  Algo así está pasando con mi vida.  Punto a punto Dios Padre va diseñando un camino para mi conversión. Un punto a la vez, un paso a la vez y un día a la vez Él me va revelando aspectos importantes de lo que es una vida llena de amor y sin miedo, una nueva vida en el Espíritu.

Vivía dominada por el miedo el cual me privaba de recibir el amor de Dios.  Cómo amar a quién culpas de tus desgracias, es algo imposible; y de eso se había ocupado muy bien el demonio, de echarle la culpa a Dios de todas sus maldades.  Por hoy, me sorprendo del gusto que es estar entre la gente y de formar parte de una sociedad a la que le huía.  Vivía a la carrera procurando estar alejada lo más posible de todos, es más, podía estar rodeada de personas y sentirme totalmente sola.  Andaba ansiosa, a toda prisa siempre, para ya no estar en ninguna parte.  Ahora me estoy dando a la tarea de andar pausadamente, no solo en mí interior, sino en todo lo correspondiente a la vida en general.  Andar despacio, comer despacio, rezar despacio, en fin, vivir despacio.  En la calma, en momentos de serenidad es donde Dios Trinidad se manifiesta al hombre.

El hecho de aceptar en mi corazón la sencilla verdad de que yo no puedo salvarme por mis medios fue el inicio de un bordado que aún no sé qué es ni para que será útil.  Entregar mi vida en las manos de Dios Padre conduce a un bautismo.  Es necesario limpiar la casa por dentro de todo trauma, dolor, herida, resentimiento, ofensa, delito, envidia, recelo, odio, egoísmo y miles de vicios más. Este bautismo parece ser necesario para el siguiente paso que es un bautismo pero en el Espíritu Santo.  Dios quiere llenarme el Él sin que quede ninguna duda, pero este llenarme del Espíritu de Dios supone algo más; Él me dotará  de carismas para que sirva con ellos a los hermanos.  Lo que de gratis se me da de gratis debo darlo.  Parece que descubrir cuál es mi carisma es un  placer y un motivo de agradecimiento a Dios pues nos confirma que Dios se ha fijado en nosotros.

Por otro lado, parece que el paquete viene completo, sanidad tanto del alma como del cuerpo y la última es  para confirmar la primera.  En este punto, que es el más nuevo para mí, debo tener mucho cuidado pues el cuerpo cambia en todo sentido y pareciera que me enfermo más que curarme. Mi existencia se ha convertido en un torbellino de emociones que están alterando mi presión arterial. Entonces se dirige mi  pensamiento a Jesús en el desierto, luego de haber recibido al Espíritu Santo, allí Él es tentado. El poder que nace de la total liberación del hombre parece conducir al error de creerse como Dios o incluso más que Él.  Sentirme libre de todo miedo puede llevarme a pensar que ya no necesito más de Dios, y que puedo hacer lo que quiera, tener lo que quiera y cambiar a los demás a mi antojo y manera.  Todo está a mi alcance y disposición.  El mundo queda todo a mis pies.  Este es el momento en el que la humildad viene al rescate.  No soy Dios, sino una amado hija suya por su gracia pues mi realidad es la de una simple sierva.

Así es mi vida hoy, voy redescubriendo muchas cosas que no eran nuevas pues yo soy bautizada y confirmada en mi fe.  He recibido todos los sacramentos de iniciación cristiana, entonces me pregunto ¿qué pasó conmigo que no vivía como correspondía a un bautizado?  Esa es la pregunta que me lanza en brazos de la Renovación Carismática Católica.  Esa nueva efusión del Espíritu de Dios que se inicia fuera de la Iglesia, es esencialmente eso, una renovada efusión del Espíritu que abarca y reúne al mundo entero.  El Espíritu Santo no le pertenece a nadie, pues está en todo y en todos.  Él es el puro amor y por lo tanto es libre para  hacer lo que quiera. Así es Dios, pareciera que hasta nos bromea y siendo que Él ha habitado en su Iglesia siempre, prefiere manifestarse de manera renovada a unos hombres de fe ajenos a ella.  Sin embargo, ésta acogió con humildad este nuevo movimiento dándose cuenta, por ese mismo Espíritu que habita en ella, que era Dios mismo quien quería manifestarse en su Pueblo de forma renovada.  Así es Él.

Mi manera de pensar es el de un principiante y no escribo como didacta sino más bien como testigo.  Mis letras son el resultado de mis experiencias en el nuevo camino de fe que Dios me va trazando.  El me guía y yo me dejo, eso es todo.  Si alguien alcanza a leer esto alguna vez te diré que todo se inicia aceptando que solos no podemos alcanzar la felicidad añorada y que para hacerlo debemos ponernos en las manos de Dios. El primeramente nos dirá que nos ama así tal cual somos y nos pedirá que le amemos así tal cual. Luego, juntos limpiaremos la casa y sacaremos lo que está podrido y pudriendo a lo bueno que debe haber por ahí.  Con esta limpieza lograremos que el Espíritu de Dios entre a vivir definitivamente a nuestras vidas. Una vez estemos caminando juntos, y libres ya del egoísmo, nos llenará de obsequios que nos servirán para la mejor convivencia con los hermanos.

jueves, 19 de julio de 2012

MIRANDO DE FRENTE A MI DEMONIO


Mirando mi pasado, como en un espejo, veo como me comportaba, como reaccionaba a las circunstancias adversas; y allí estoy, echa un guiñapo de mujer, sometida al miedo.  El Demonio es un ser real que se ocupa en sembrar el mal en el mundo pero lo hace de manera tan sutil y engañosa que incluso terminamos culpando  a Dios de sus maldades.  Eso me pasó a mí.  Culpé al Inocente del mal del enemigo y terminé desencantada de mi Dios amoroso.   En todo caso, esa es la misión del Maligno, engañar a los hombres.  Los sentimientos de un demonio vivían dentro de mí.  La soberbia, envidia, enojo, resentimiento, malos pensamientos y muchos otros vicios tenían cama en mi interior.  Era   una esclava  de ellos, un ser despreciable en mi interior.  No era posible  mirarme de frente y  ocultaba lo que era de cualquier forma.  El colmo era que me creía una persona buena que Dios mantenía sumergida en el sufrimiento, porque esa era su voluntad, y contra la que no podía hacer nada.  ¿Cómo amar a un Dios así?  El intentarlo me endiosaba más para mi condenación.

Pretendía ser como Dios, ser buena por mis fuerzas, jugué al papel de Él y me afané muchísimo en lograrlo; pero como es obvio, fracasé, y el fruto de mi conducta sólo fue la enfermedad mental y emocional.  Hoy acepto mi fracaso, yo no soy dios y no podré llegar a serlo nunca.  Por la gracia del Padre está llegando la verdad a mi mente y a mi vida sin siquiera saber cómo.  El hecho de estar pegada cada vez más  de Él, sin temerle ya, me está dando una visión de la vida muy distinta y llena de conocimiento, lo cual es un milagro que vivo a diario.   No lo puedo llamar de otra manera.  Verme viendo, saberme escuchando son cosas que supuse estar haciendo pero de ninguna manera. El Demonio, esa parte oscura que vive en cada hombre, me tenía y aún me tiene  muy engañada.  Hoy,sintiéndome más libre y desenredada, comienzo a escuchar y a ver aquello que me era oculto por mi orgullo y soberbia.  Ahora puedo reconocer que no podía amar, pues solo me amaba a mí como el único ser importante en el universo, y que los demás estaban ahí solo para mi servicio y bienestar.  Así, de la mano del Padre, me estoy dando  cuenta de la incapacidad que tengo para amar sola.  Amaré estando pegada a Dios Padre y solo  junto a Él.  “Porque solo tú eres santo solo tu Señor solo tu altísimo Jesucristo…”, se recita en la misa a diario, claro que lo escuché mil veces; y no la entendí  hasta ahora, por la gracia de Dios, pues todo es gracia.  Con Él todo y sin Dios nada, son palabras que también toman significado como si una venda se estuviese desprendiendo de mi vista.

Estuve, literalmente, frente a mi demonio alguna vez en mi vida.  Ahora lo puedo entender.  Estaba en un momento de  crisis emocional provocado por mi idea de que yo no quería ir al infierno y para eso tenía que portarme muy bien.  Tenía que ser buena y serlo se volvió  obsesión.  Pensando así,  un sacerdote me hizo ver que los pecados se deben reparar y uno vino a mi mente para mi desgracia pues era algo imposible de arreglar. No tarde en rendirme  ante la fatalidad.  Dios me había abandonado y me quería entregarme al infierno; así pensaba.  Fueron dos años sin casi poder dormir. Sin poder descansar me hundí en una fatiga mental impresionante que me hacía sentir la muerte cada noche.  En una de aquellas cientos de noches oscuras y tenebrosas me encontré con lo que creí mi ángel esperándome más allá de la muerte.  Allí estaba él y al verme se alegro.  Me recibió con un beso algo andaba mal pues sus ojos eran de serpiente: era mi demonio.  Más no era mi momento y mi Dios (el cual jamás dejó de amarme) me  devolvió a la vida.  Ahora sé para que Dios me dejo vivir, quería que me diera cuenta de lo equivocada que estaba y de lo mucho que me amaba en realidad.  Él no es como yo lo creía y ahora se me está revelando por gracia.  Bendito sea Dios.

Por hoy, debo aprender a convivir con mi ángel y con mi demonio.  Como dice una bonita frase: dejando que mi león descanse junto a mi cordero.  En mi habitan tanto el bien como el mal, pero siempre debo recordar que el mal es mentiroso y no pide permiso para obrar el mal dentro de mí; y por otro lado,  el bien es respetuoso y no entra a dirigir nuestras vidas a  menos que le demos  permiso.

Concluyo diciendo: entra en mi vida, mi Padre Dios, como  mi Rey y Señor.  Sin ti no puedo amar y jamás  podré ser feliz.  Ven, Señor, Jesús.  Espanta a los demonios que habitan dentro de mí.  Permite que la unción del Espíritu Santo limpie mi pecado y mis miedos para servirte en los hermanos.  Declaro que te acepto como mi Dios y Señor.  Venga tu Reino.

jueves, 5 de julio de 2012

HOMBRE NUEVO U HOMBRE VIEJO


Hombre Nuevo

1.     Trata a todos como iguales.

2.     Se atreve a defender sus puntos serenamente.

3.     Habla sólo cuando es necesario.

4.     Repara el daño que hace inmediatamente que se da cuenta.

5.     Habla en favor de la Verdad, sin dejar de escuchar las otras verdades.

6.     Pone todo su esmero en aliviar el dolor ajeno y es feliz.

7.     Acepta la voluntad de Dios como padre amoroso y Dios fiel.

8.     Sabe que solo es una pequeñísima parte de un todo.

9.     Hace su parte lo mejor que puede, sea lo que sea, con la ayuda de Dios.  Sabe que solo no puede.

10.                        Se acerca a la gente y permite que se acerquen.

11.                        Acoge con alegría el regalo de la vida.

12.                        Se ajusta a su realidad y vive el hoy lo mejor que puede.



Hombre Viejo

1.     Llama la atención de los poderosos.

2.     No se atreve a defenderse por falsa timidez.                            

3.     Su silencio es iracundo, en su interior, siente resentimientos.

4.     Siente culpa y no repara el daño que hace a los demás por miedo.

5.     Habla para llamar la atención así él y siempre piensa que tiene la razón en todo.

6.     Sólo se conmisera. Vive sufriendo, en él no hay alegría.

7.     Él solo sabe qué es lo mejor para él y solo acepta que se cumpla su voluntad.

8.     Él quiere ser la abeja reina y si no lo es se resiente.

9.     No acepta ayuda de nadie, pues él es más inteligente que todos los demás.  Depender de alguien es algo imposible.

10.                        Se separa de la gente para no lastimar o que lo lastimen.

11.                        No acepta el regalo de la vida, pues no es como él lo quiere.

12.                        No acepta su realidad y vive lamentándose de todo.




lunes, 25 de junio de 2012

CORDERO O CABRITO


Estudiando mi personalidad he descubierto que soy macho cabrío, pero para nada dócil cordero unido al rebaño.  Es muy duro saber, sobre todo para una persona egoísta como yo, que el Buen Pastor va en pos de la oveja perdida, pero en ningún lado se habla de que vaya en pos del macho cabrío.  Cierto es que un buen pastor da la vida por sus ovejas, él las llama y ellas responden, las lleva a pastar y las defiende de las fieras con su vida.  Las ovejas son capaces de escuchar la voz del pastor y obedecer sus mandatos que las conducen a pastos seguros.  Entonces, si alguna se pierde él abandona las otras y va en pos de la perdida y la busca hasta dar con ella, pero no así en el caso de los machos cabríos, no así.  En estos casos es distinto, Dios actúa como el padre del hijo prodigo, éste lo deja marchar a sabiendas de que le irá muy mal, pero no lo detiene pues no tendría caso.  La terquedad, la obstinación,  la negación y el egoísmo del hijo no le permiten escuchar, ni ver.  Lo que quiere es vivir según su parecer, a su antojo y manera, porque él sí sabe cómo, él sí tiene la razón. Se encuentra enajenado de la ventura que es vivir junto a su padre.  Con todos los beneficios de un hijo amado: comida, vestido, hermanos, madre y padre.  ¿Por qué  le resultó tan difícil darse cuenta de esto antes de pasar por todas las calamidades a las que se enfrentó?   Debió verse sin nada, sin dinero,  sin vestido, sin comida; y sobre todo, sin su familia, sin el amor de su padre bueno, para que de esta manera pudiera reaccionar.

 Cuanta sordera, cuanta ceguera, es que no hay solución.  El hijo prodigo encontró una: el regresó al lado de su padre sabiendo que había perdido todos los privilegios que tuvo alguna vez, pero pensó que a su lado al menos tendría comida como cualquier obrero.  Qué maravilla leer aquel pasaje, pues al verlo acercarse, su padre corrió a recibirlo y lo abrazo fuertemente muy contento porque había regresado su hijo amado. No pudo contener tanta alegría y armó una gran fiesta en su honor para festejar su regreso a casa.

¿Qué habría pasado si el hijo no se arrepiente de su mala vida y regresa a su casa arrepentido?  Otra sería la historia, muy posiblemente, él habría muerto de hambre por su terquedad.  Su obstinación habría sido su tumba, la negación le habría servido de mortaja y la soberbia de lápida.  Esta es la triste realidad del macho cabrío, que aun estando en grave peligro, si ve a alguien acercarse (con la intención de salvarlo)  subirá cada vez  más por el  acantilado hasta despeñarse.  Él  no es capaz de rendirse, no puede, mejor prefiere dejarse caer al abismo antes que recibir ayuda, pero Dios sabe esto y hace lo que tiene que ser hecho por el bien de todos sus hijos.  Él nos tiene paciencia y nos espera serenamente para devolvernos el título de hijos cuando decidamos regresar.

Es un mensaje de esperanza  para aquellos más rebeldes, los que parece que están totalmente perdidos y no hay nada que se pueda hacer por ellos.  Todos podemos convertir nuestras vidas en útiles y felices llenas del amor de Dios, bastaría una sola y sencilla decisión: regresar, aceptar su amor incondicional.   Dios sabe que esto sólo pasará el día en que toquemos fondo.

 En mi caso, solo necesito despertar, darme cuenta de que estoy viviendo separada de Dios y decidir volver a la casa de mi Padre.  Seguramente, él me estará esperando, y al acercarme correrá hacía mí, con los brazos abiertos,  para darme un abrazo de bienvenida.  El no irá por mí antes, aun deseándolo muchísimo, pues  sabe que necesito reaccionar por mí misma.  El me hizo libre y libremente quiere que decida regresar para amarle y servirle.
Reconozco, Señor, que si me falta tu gracia jamás podré regresar,  pero también sé que siempre contaré con tu apoyo incondicional porque tú eres fiel.  Si  de algo estoy segura   es de que tú quieres lo mejor para mí.  Hágase.

sábado, 16 de junio de 2012

CUCARACHAS EN MI HABITACION


Las parábolas fueron utilizadas por Jesús para hablarle a un pueblo que por más que escuchara no alcanzaba a oír, y por más que mirara, no alcanzaba a ver.  Las mismas están hechas tomando en cuenta el ambiente  y las costumbres del lugar donde se quiere llevar el mensaje.  Jesús conoce bien mi amor por las flores y la primera parábola que llego como regalo fue la de las rosas.  La vida es como una rosa, hermosa, muy hermosa a tal punto que nadie la puede negar; pero tiene espinas y quién no ha sido lastimado por una de ellas.  Otra parábola que también fue muy instructiva fue la de la mano.  Ésta está compuesta por 5 dedos todos diferentes entre sí e  importantes para la función que les fue dada.  Ninguno tiene nada  que envidiar al otro, pues todos hacen falta para que la mano este completa y sea lo más útil posible. Así es cada ser humano en este mundo diferente y a la vez importante en la medida en que se ocupe en hacer aquello para lo que mejor está capacitado.

Siguiendo la misma corriente de las parábolas me he encontrado con una un tanto peculiar: La parábola de las cucarachas.  A quién le gusta mencionarlas siquiera, pero ellas también tienen mucho que enseñarme.  Luche por mucho tiempo para que no hicieran de mi espacio el suyo, pero no lo logré.  Tales insectos de apoderaron de mi cuarto y el asunto es que una vez entran es muy complicado exterminarlas. Pero qué tiene que ver una cucaracha con mi conversión.  Es una historia un tanto compleja.  Cuando le di entrada a Dios en mi vida, me encontré con una disyuntiva; ya no era capaz de matar una cucaracha.  Pasaron los días y mientras más cerca estaba de Dios más difícil era bregar con el asunto de las plagas hasta convertirse en un verdadero problema.  He aquí el dilema: ¿Cómo apartar de mi vida las cosas malas, a los enemigos de mi nueva visión de Dios y aquellos  que me quieran hacer daño de cualquier forma?   Dios permitió la convivencia del mal y el bien.  Por hoy están juntos compartiendo el mismo universo.  Descubrir qué es malo y que es bueno es un asunto de día a día.  La guía que se nos ha dejado para no caer en la tentación es: “ama y haz lo que quieras”.  El amor es el hilo conductor que nos lleva a elegir lo bueno de lo malo, lo que edifica de lo que destruye.  Ese peculiar discernimiento está ocupando mis días.

 Separar la paja del trigo, la hierba mala del resto de la siembra no es tarea fácil.  En algún lugar se recomienda dejar que crezcan juntos hasta la ciega, pero cuando  lo malo  enferma el resto es preciso hacer algo.  Mis emociones enfermas no solo son responsables de mi actual estado de depresión, ansiedad, ira y miedo; sino que también afectan a las personas que están en mi entorno y por eso es necesario actual para eliminarlas.  El único que puede eliminar los defectos de carácter de mi vida es Dios y con firme intención pongo mi vida a su cuidado y protección con fe y esperanza.  Definitivamente hay que echar a fuera a las cucarachas, no es posible convivir con ellas y ser feliz.

jueves, 31 de mayo de 2012

CAMINE LOS CAMINOS DE LA FE SIN FE


Caminé los caminos de la fe sin fe.  Esa es la frase que ocupa  mis pensamientos.  Visito y participo de una comunidad eclesial desde antes de mi nacimiento.  Mis padres se encargaron de eso.  La iglesia y sus normas eran parte de la vida cotidiana.  Desde muy pequeña el portarse bien era un deber, una regla que se enseñaba para ser parte del Cielo y no del infierno.  La idea de que Dios me estaba vigilando no me daba mucho gusto, pues lo pensaba mirando para castigar.  Ahí ya la idea de un Dios amoroso se estaba distorsionando.  Tenía que portarme bien y no entre la gente o  ante mis padres sino también en mis pensamientos y estos malvados me jugaban malas pasadas.  Así fui creciendo, sintiendo que algo  no me dejaba ser feliz.  Dios estaba pero no parecía ser del todo la razón de mis alegrías sino, más bien, de mis miedos.  Hoy por la gracia de Dios esto comienza  a cambiar.

Esta es mi experiencia, no pretendo decir que es una realidad entre los creyentes.  Yo rezaba pidiendo cosas, salud, trabajo, favores de todo tipo; pero no fueron muchas las oportunidades que dije: hágase.  Yo asumí más de una vez el lugar de Dios en esta relación.  Yo pido y tú obedeces.  Siendo así la felicidad, la alegría verdadera, la que surge del servicio al hermano y por ende a Dios, no era conocida por mí, tristemente.  Por hoy, sólo por hoy estoy conociendo un Dios que me ama como soy ahora, sin ninguna razón, pues su amor es  incondicional.  Él me amó primero, sin yo merecerlo, y quiere que corresponda a ese amor amando.  El pecado y, por ende, el egoísmo es el enemigo a vencer ya no Dios, pues ahora está de mi lado; y que bien se siente pertenecer al bando del amor.  Esto es un día a día pues a cada instante la luz del Espíritu me muestra caminos desconocidos para mí.  Ahí siempre estuvieron pero mi terquedad no me permitía verlos.  El servicio al prójimo, sea grande o pequeño, es ese camino que estaba lleno de yerbajos.  Por ahí pocas veces había pasado pues me paseaba  mucho más por el de la tristeza y el enojo.  Otro camino poco transitado era el del perdón, yo no me sentía perdonada por Dios más bien castigada con pruebas inventadas o reales aún no lo sé bien.  Uno de los más hermosos senderos es el de la compañía.  Por este sin igual sendero jamás transité con conciencia.  Dios está conmigo siempre ayudándome a amar, pues Él bien sabe que sola es imposible. 

Vivir de la mano de Dios es una aventura de todos los días.  Caigo y recaigo muy frecuentemente en mis viejas conductas, pero me puedo dar cuenta más rápido para levantarme otra vez y otra vez. Así es la vida, la que ahora sí quiero vivir y con todo el entusiasmo de que soy capaz. Con la ayuda de Dios.

miércoles, 16 de mayo de 2012

EL ME AMÓ PRIMERO

Cansada de no sentirme amada, de no saber amar, de no poder amar a Dios y preguntándome el por qué, he llegado a la conclusión de qué aun no he experimentado el amor gratuito y fiel de Dios Padre.  El que no experimenta primero el amor no puedo  amar.  Ahí radica mi error, antes de poder amar debo primero saberme amada por Dios.  ¿Qué debo hacer, entonces, en primer lugar? Hablar con él, hacer de una costumbre la oración con Dios, pues si no existe esta comunicación jamás podré amarlo; ya que, no se ama lo que no se conoce.   Esto es una tarea diaria como lo hacen los enamorados.

 Tanta angustia, tanto dolor por  los  sufrimientos que trae la vida misma y culpar a Dios por todos ellos, me ha tornado muy indiferente ante  su amor.  Este dolor, sin embargo, no viene del todo de la mano de Dios; sino de mis propias malas decisiones y porque mi enfermedad mental y emocional no me permiten sentir ese amor de Dios.  Un ser egoísta y neurótico, como yo, no tiene la capacidad de amar, solo Dios por gracia me  la puede dar.  Un milagro del Todopoderoso podrá hacerme sentir su amor, en primer lugar, para luego poder lanzarme al mundo a amar.  Él lo hará, si se lo pido, ya que en Él todo es gracia.  Sólo debo poner un poco de buena voluntad para que esa relación afectuosa entre Él y yo se pueda comenzar a dar.  Él me ama y su amor es fiel, lleno de vida y de grandes promesas, si me pongo del lado de sus mandatos y su mandato solo es uno: el amor, entonces qué más busco.  Ayúdame a dejarme amar, es mi súplica en este momento.  Me pongo es tus manos, haz de mi lo que quieras.